Hace unos días ya, se publicaron los puntajes de la tediosa Prueba de Selección Universitaria. Miles de sueños serán –por fin- cumplidos, como otros tantos se postergaran por un año o quizás, indefinidamente.
En esto, hay de todo. Gente que sólo dio la prueba por cumplir, otros que invirtieron su buen “chocoso” en un preuniversitario o simplemente los “maestros” –como Cordero- que se tiraron a la piscina sin hacer un mísero facsímil y terminaron en la carrera y en la universidad que querían.
Otra ociosidad son las postulaciones a créditos y becas, jóvenes que deberán tragarse enormes filas para conseguir el tan ansiado crédito universitario, que tantas veces es tan mal proporcionado; o las cotizadas becas que pretenden hacer más ameno el bolsillo de la familia de los futuros profesionales de esta larga y estrecha faja de tierra.
En medio de la gran cobertura de la decisiva prueba, mayúscula fue la
sorpresa que me llevé cuando veo en las noticias a Natalia Torres –recién egresada del “prestigioso” establecimiento educativo al cual aún pertenezco- sentada en la amplia mesa tomando “tecito” con la Gordis, perdón, con la Presidenta Bachelet.
Días después del acontecimiento, me encuentro con la sorpresa de que en la página web del colegio se abre una ventana emergente comentando la noticia aludiendo el logro de la colega titulada de Contabilidad. No dudé mucho en ubicar a Natalia para hacerle un par de preguntas sobre el tema, así que me introduje sobre las profundas aguas fotologueras hasta que luego de una larga búsqueda logré dar con su propio espacio web y deje mensaje. Hoy me agregó a MSN y no dudé en consultarle sobre lo del pop-ups, ella sorprendida me comentó que no tenía la menor idea. Acto seguido le pregunto ¿Qué tipo de apoyo te dio el colegio? Ella me responde rauda: “Nada, solo las felicitaciones. El director vino a mi casa con un ramo de flores y un diploma, nada más.”
Suficiente es gastar un par de billetes verdes en un ramo de flores que pronto marchitará por la intención del directivo docente, sumado a un diploma a cambio de limpiarse la boca con una alumna que de apoyo recibió poco y nada... solo el de sus padres y el esfuerzo propio.
En esto, hay de todo. Gente que sólo dio la prueba por cumplir, otros que invirtieron su buen “chocoso” en un preuniversitario o simplemente los “maestros” –como Cordero- que se tiraron a la piscina sin hacer un mísero facsímil y terminaron en la carrera y en la universidad que querían.
Otra ociosidad son las postulaciones a créditos y becas, jóvenes que deberán tragarse enormes filas para conseguir el tan ansiado crédito universitario, que tantas veces es tan mal proporcionado; o las cotizadas becas que pretenden hacer más ameno el bolsillo de la familia de los futuros profesionales de esta larga y estrecha faja de tierra.
En medio de la gran cobertura de la decisiva prueba, mayúscula fue la
sorpresa que me llevé cuando veo en las noticias a Natalia Torres –recién egresada del “prestigioso” establecimiento educativo al cual aún pertenezco- sentada en la amplia mesa tomando “tecito” con la Gordis, perdón, con la Presidenta Bachelet.Días después del acontecimiento, me encuentro con la sorpresa de que en la página web del colegio se abre una ventana emergente comentando la noticia aludiendo el logro de la colega titulada de Contabilidad. No dudé mucho en ubicar a Natalia para hacerle un par de preguntas sobre el tema, así que me introduje sobre las profundas aguas fotologueras hasta que luego de una larga búsqueda logré dar con su propio espacio web y deje mensaje. Hoy me agregó a MSN y no dudé en consultarle sobre lo del pop-ups, ella sorprendida me comentó que no tenía la menor idea. Acto seguido le pregunto ¿Qué tipo de apoyo te dio el colegio? Ella me responde rauda: “Nada, solo las felicitaciones. El director vino a mi casa con un ramo de flores y un diploma, nada más.”
Suficiente es gastar un par de billetes verdes en un ramo de flores que pronto marchitará por la intención del directivo docente, sumado a un diploma a cambio de limpiarse la boca con una alumna que de apoyo recibió poco y nada... solo el de sus padres y el esfuerzo propio.
Por Luis Aravena S.
